

Guardia Nacional: Los tropiezos antes de la caída
Por Saulo Salamanca
De último momento, en el dictamen, que aún se trabajaba en el Senado, se asentaron, tres elementos que podrán ser, más que garantes, instrumentos que parecen normalizar las frecuentes y obvias violaciones a los derechos humanos: primero, se eliminó la obligación de actuar con perspectiva de género, se limitó la colaboración con los Estados y por último se ratificó que el mando operativo sea militar.
Al aprobar este dictamen, el panorama para lo que será “la era de la Guardia Nacional” se torna tortuoso, volátil y atropellante; pareciera que las batallas y el desgaste nacional por insertar políticas públicas incluyentes (en materia de género) y democráticas (la militarización en las instituciones es evidente) fue el mayor desperdicio de recursos en la historia de México.
Entendamos que las intenciones políticas pueden ser las mejores y con excelentes argumentos pero detrás de ello puede estarse ocultando un interés que de ficción tiene poco. El brazo articulador podría terminar por dominar a quien conduce la estrategia, dejando de lado el cómo se eliminaron los candados (artimaña/factor sorpresa) puestos desde la Cámara de Diputados, el fondo que a todos interesa es el resultado de los siguientes factores y el próximo desarrollo de la seguridad interior en el país:
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Debilitamiento de la gobernanza Municipal. Si a nivel Estatal la colaboración no fue considerada, para los Municipios se traduce en la inevitable deficiencia del combate a la delincuencia y a la violencia social que se presenta en un porcentaje mayor por la comisión de delitos del fuero común; la Guardia Nacional al no obedecer a las necesidades operativas de las autoridades locales, repetirá la fallida fórmula del gran aparato de seguridad contra el mínimo porcentaje de delitos federales atendidos.
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Pérdida del ejercicio de la gobernabilidad democrática. Si bien, la rendición de cuentas, la transparencia y el combate a la corrupción son pilar y estandarte de la actual administración, el tema de la Guardia Nacional parece venir a ser un oasis para las malas prácticas y corruptelas que permean al medio militar; todo asunto de seguridad será clasificado como “reservado” o “confidencial”. Los logros de la sociedad civil se perderán ante el actuar poco claro de una Junta de Jefes de Estado Mayor y un mando mixto (civil-militar).
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Militarismo. Finalmente vendrá el control legal, normalizado y consensuado de la seguridad por parte de las fuerzas armadas; se trata de la militarización con fines de tener el poder dentro del poder. El militarismo expresa la posición de las Fuerzas Armadas como la única fuente de seguridad, orden, legalidad, paz y todo lo imaginable. En el militarismo se reafirmará lo que hoy es de facto, la milicia reaparecerá con una larga e impresionante lista de funciones (educación pública, salud pública, deporte, cultura, economía, alimentación, comunicaciones y transportes, etc.), hasta el punto de llegar a proclamarse ser garante de la Constitución.
En aras de apoyar el proyecto de nación propuesto desde el ejecutivo, valdría la pena detenerse a tomar en cuenta, reconsiderar y reflexionar sobre los puntos finos de la Guardia Nacional. Debería ser de composición civil y únicamente el brazo operativo tendría que ser apoyado por las fuerzas armadas. Sería deseable ver a los oficiales de la SEDENA y de la SEMAR comandando a sus elementos bajo la estrategia y dirección civil. El mando debería ser único y no con una Junta de Jefes de Estado Mayor; un mando transversal de carácter civil sería lo óptimo.
Para la cuarta transformación lo adecuado es dejar atrás nuestra anacrónica doctrina policial (que es de corte militar; sobaja en lugar de engrandecer el actuar policial) fundada en “la disciplina, el acatamiento a las órdenes superiores y el respeto a los derechos humanos”. Se requiere de una doctrina policial adecuada a nuestra actualidad, basada en la digna y honrosa representación de la autoridad y las leyes para la conducción de una civilidad dotada de seguridad.
La opinión del autor* es independiente a su ejercicio como servidor público, es a título personal y no representa posición institucional alguna.
*Saulo Salamanca Granados es Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM, actualmente activo en el Sistema de Desarrollo Policial de la Policía Federal; se ha desempeñado en el área de Cooperación Internacional de la extinta Procuraduría General de la República y como Analista de Información Ministerial Estratégica de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada. Tiene diez años de experiencia en el servicio público en los ámbitos de procuración de justicia, seguridad, investigación e inteligencia. Cursa la maestría en Seguridad e Inteligencia Estratégica.
